Una vez superado el trueque como fórmula de intercambio en las transacciones de bienes y servicios (aunque
hoy día sigue utilizándose, especialmente en el comercio internacional), el sistema universalmente aceptado es el
dinero. A ello se llegó al tener que buscar un equilibrio o igualdad de
valor en las prestaciones y contraprestaciones, que resultaba difícil de
determinar cuando el objeto de intercambio eran objetos. ¿Vale lo mismo esta
cantidad de lana que esta otra cantidad de madera? ¿Se puede considerar pagado
arreglar el techo de tu cabaña por la fruta que me entregas a cambio? Era
necesario, por tanto, buscar una unidad de cuenta.
Tradicionalmente, se han identificado como funciones
clásicas del dinero la de ser medio de pago, unidad de cuenta, depósito de
valor y estándar de pago diferido o traslado de valor en el tiempo.
· Medio
de pago. Esta función el dinero, en principio, puede adoptar cualquier
forma y puede servir como dinero cualquier mercancía. Recordemos que la palabra
salario deriva de sal, que era con lo que se pagaba a los soldados en el
Imperio Romano. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que para cumplir la
función de medio de pago y facilitar los intercambios lo mejor es el dinero,
que en su primera aparición se identifica como moneda.
Las características del dinero, para que sea aceptado como
tal, son la aceptación general como medio de pago, la confianza en su
utilización, ser divisible y fácilmente transportable, utilidad constante, liquidez
y aplicabilidad a todo tipo de operaciones y resistencia a la falsificación.
· Unidad
de cuenta. Esta función del dinero permite expresar el valor de los demás
bienes, de modo que sea posible comparar cuantitativamente una mercancía con
otra. La unidad de cuenta es elegida como medida de valor de la cantidad de
dinero, es decir, es la medida por al que se establecen los precios.
La identidad entre unidad de cuenta y unidad monetaria
simplifica el establecimiento del valor de una cantidad de dinero o de un bien
o servicio cuyo valor puede expresarse o determinarse en dinero. El ejemplo más
reciente de unidad de cuenta lo encontramos en el antecedente inmediato del
euro, esto es, en el ECU (European
Currency Unit), creado en 1978 y cuyo valor se definía por la cotización de
una cesta de monedas.
· Depósito
de valor. Esta función del dinero supone que tiene valor en sí mismo y se
puede utilizar para realizar pagos en el presente y guardarlo para hacerlo en
un futuro. Si el dinero es un medio de cambio o de pago es porque tiene por sí
mismo valor, porque es un depósito de valor o reserva de valor, ya que sólo se
podrá realizar un cambio de dinero por un bien si se posee. Por tanto, la
disposición de dinero constituye una reserva de valor, que permite en el
presente o en el futuro utilizarlo para cambiarlo por un bien o servicio o para
realizar cualquier pago. Esa acumulación de dinero para el futuro es el ahorro.
· Estándar
de pago diferido. Esta función del dinero permite que funcione para la
liquidación de deudas futuras y que los pagos aplazados sean pagados también
con dinero. Esta función del dinero está íntimamente relacionada con el crédito
y el interés.
Una persona puede ser demandante de dinero o poseedor de
dinero y, a su vez, tiene la opción de conservarlo o invertirlo. La cuestión es
que si decide no gastarlo en el momento para hacerlo en un futuro, es decir,
diferirlo en el tiempo, lo hará a cambio de una recompensa por el tiempo que
prescinda de los fondos (interés o precio del dinero). Así pues, el dinero
tiene una función de trasladar valor en el tiempo.
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