Las tarjetas revolving
son una modalidad de tarjeta de crédito,
cuya principal característica es el establecimiento de un límite de crédito cuyo disponible coincide inicialmente con dicho
límite, que disminuye según se realizan
cargos (compras, disposiciones de efectivo, transferencias, liquidaciones
de intereses y gastos y otros) y se
repone con abonos (pago de los recibos periódicos, devoluciones de compras,
etc.).
Los créditos revolving,
que, en su mayoría, se instrumentan en tarjetas, son uno de los servicios más
ofertados por entidades (especialmente por los establecimientos financieros de
crédito) para la adquisición de bienes de consumo y la obtención de liquidez
rápida. Se caracterizan por un principal
de pequeña cuantía gravado por unos intereses elevados y una forma de
devolución en plazos mensuales que, por su reducido importe, se prolonga varios
años. En muchas ocasiones, las cuotas elegidas pueden no cubrir los
intereses generados, en cuyo caso la devolución puede demorarse un tiempo
considerable, lo que ocasiona al final que la deuda crezca de tal manera que
difícilmente puede ser satisfecha con esta forma de pago.
Las principales diferencias de este tipo de tarjeta revolving con la tarjeta de crédito son:
· El
modo de pago. Las tarjetas revolving
permiten el cobro aplazado mediante
cuotas que pueden variar en función del uso que se haga del instrumento de
pago y de los abonos que se realicen en la cuenta de crédito asociada. Por el
contrario, en las tarjetas estrictamente de crédito se abonan de una vez las
cantidades adeudadas, o bien se establecen cuotas fijas hasta el total abono de
los intereses y amortización de la financiación solicitada, como si de un préstamo
se tratara.
· La
reconstitución del capital que se debe devolver. En las tarjetas revolving las cuantías de las cuotas que el titular de la tarjeta
abona de forma periódica vuelven a formar parte del crédito disponible del
cliente (de ahí su nombre revolving),
por lo que constituye un crédito que se renueva de manera automática a su
vencimiento mensual, de tal forma que en realidad es un crédito rotativo equiparable a una línea de crédito permanente. Sobre el capital dispuesto se aplica el
tipo de interés pactado. Adicionalmente, si se producen impagos, la deuda
impagada se capitaliza nuevamente con devengo de intereses, hecho que se ve
agravado por el posible cargo de comisiones por reclamación de cuota impagada o
de posiciones deudoras.
El funcionamiento revolving
consiste en la disposición de un crédito, con un límite determinado (que suele
oscilar entre 600 y 6.000 euros, aunque algunas entidades lleguen a permitir u
ofrecer hasta 30.000 euros), cuya amortización se efectúa con las cuotas
mensuales abonadas al banco, contando con un
tipo de interés generalmente más elevado que el utilizado en otro tipo de
préstamos, que se corresponde con el habitualmente más elevado riesgo de la
financiación concedida en estos casos por las entidades emisoras de las
tarjetas.
En esta modalidad de tarjeta, su titular puede disponer
hasta el límite de crédito concedido a cambio del pago aplazado de las cuotas
periódicas fijadas en el contrato, las cuales pueden ser un porcentaje de la
deuda (con un mínimo según contrato) o una cuota fija (cuotas periódicas) que
el cliente puede elegir y cambiar dentro de unos mínimos establecidos por la
entidad.
El hecho de que los
intereses generados, las comisiones y otros gastos repercutibles al cliente se
sumen y financien junto con el resto de las operaciones (pagos en comercios
o Internet, reintegros de cajero) implica que, ante tipos elevados de interés
de la cuota de la tarjeta, cuando se
pagan cuotas mensuales bajas respecto al importe total de la deuda, la
amortización del principal se tenga que realizar en un período de tiempo muy
prolongado, lo que supone el pago total de una cifra elevada de intereses a
medio y largo plazo, y que se calculan sobre el total de la deuda pendiente. Por
ello, en tarjetas de este tipo el Departamento de Conducta de Mercado y
Reclamaciones del Banco de España (DCMR) considera que una buena práctica financiera consistiría en que, para los casos en los que la amortización del principal se vaya a
realizar en un plazo muy largo (y en todo caso cuando la forma de pago
elegida por el acreditado fuera el «mínimo»), la entidad financiera facilitara de manera periódica (por ej.,
mensual o trimestralmente) información a su cliente sobre los siguientes
extremos:
i) el plazo de
amortización previsto, teniendo en cuenta la deuda generada y pendiente por
el uso de la tarjeta y la cuota elegida por el cliente (cuándo terminaría el
cliente de pagar la deuda si no se realizasen más disposiciones ni se
modificase la cuota);
ii) escenarios
ejemplificativos sobre el posible ahorro que representaría aumentar el
importe de la cuota sobre el mínimo elegido, y
iii) el importe de la
cuota mensual que permitiría liquidar toda la deuda en el plazo de un año.
La elevación de la cuota mensual, por tanto, haría que se
acortara el período de amortización de la deuda, con la consecuente reducción
del importe absoluto de intereses que se han de pagar durante la vida de la
operación.
Precisamente, por esta operativa, en las tarjetas revolving no es
posible emitir un cuadro de amortización previo (como sí ocurre cuando se
contrata un préstamo, en el que el importe de las cuotas está previamente determinado),
dada la variabilidad de las cuotas mes a mes, según el capital pendiente y las
disposiciones efectuadas con la tarjeta. Por ello, la normativa de
transparencia no exige que esta información figure entre la que periódicamente
se debe facilitar al titular de la tarjeta, y sí un detalle de las
transacciones realizadas —con datos de referencia, fechas de cargo y
valoración, tipos aplicados, comisiones y gastos repercutidos...— y el reflejo
de la deuda pendiente. No obstante, los
extractos que se envían por este motivo, bien por cómo figuran estos datos,
bien por la propia complejidad de la forma de liquidación, no suelen resultar sencillos y comprensibles para comprobar la relación
existente entre las cantidades dispuestas con la tarjeta, los reintegros a los
que ya se ha hecho frente y el importe de la deuda pendiente en cada momento.
Sin perjuicio de las obligaciones de información que recaen
sobre las entidades que deben estar inspiradas en los principios de claridad y
transparencia informativa, el Banco de España facilita en su portal del cliente
bancario una herramienta de simulación para calcular la fecha de vencimiento de la última cuota de una tarjeta revolving.
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