No es lo mismo una compra por impulso de unos chicles
situados en la cabecera de la línea de cajas del supermercado que la compra meditada
de un nuevo televisor para el salón. Lógicamente, la primera compra será más
rápida que la segunda, pero en ambos casos, el proceso de compra ha seguido
unas fases predeterminadas. Cualquier compra sigue siempre una serie de fases
que durarán más o menos tiempo dependiendo de la importancia de la compra para
el cliente.
Se identifican cinco fases o etapas en el proceso de
decisión de compra:
1) Reconocimiento de
una necesidad. El reconocimiento de necesidades, o consciencia de las
mismas, es el desencadenante en el proceso de toma de decisiones del
consumidor. Antes de que un consumidor se embarque en un proceso de compra,
debe reconocer una necesidad funcional o emocional. Las necesidades funcionales
son necesidades basadas en la utilidad de un producto para realizar una función
particular. Las necesidades emocionales se basan en los deseos del
consumidor de productos y necesidades para saciar anhelos, placeres y otros
intereses emocionales.
2) Búsqueda de
información. El segundo paso del proceso de decisión de compra, en
ocasiones se confunde con el tercer paso, pero deben ser analizados por
separado, primeramente la búsqueda de información y posteriormente la evaluación
de la misma. La búsqueda de información es una investigación básica realizada
por el consumidor para determinar qué proveedores y productos ofrecen una
solución a sus necesidades. Esta búsqueda de información comprende o puede
comprender procesos internos y externos. La investigación interna es un
recuento de nuestros propios conocimientos y experiencias pasadas, muy común
en las compras impulsivas donde el proceso se desarrolla muy rápidamente. La
investigación externa es el uso de otros recursos como amigos, familiares,
Internet, medios de comunicación, otros consumidores, etc.
3) Evaluación. Esta
fase implica la consideración y evaluación de opciones en base a ciertos
criterios. Se trata de valorar el conjunto de proveedores y marcas que pueden cubrir
las necesidades del consumidor y, asimismo, valorar según elementos importantes
para él elementos tales como calidad, conveniencia, precio, imagen, proximidad,
gusto, durabilidad, servicio postventa, etc. Los consumidores evalúan opciones
con base en criterios importantes para ellos cuando intentan encontrar el mejor
valor.
4) Decisión y acto de
compra. Una vez que el valor es identificado por un consumidor particular,
el siguiente paso es realizar una compra. Esto es cuando el cliente presenta su
dinero a cambio del producto o servicio. En este punto, el cliente ha
determinado que una solución particular representa el mejor valor por su
dinero.
5) Valoración
post-compra. El último paso en el proceso de toma de decisiones del
consumidor es la evaluación posterior a la compra. Aquí el cliente evalúa su
compra con base en expectativas previas. Si la implementación o experiencia
después de la compra excede las expectativas, siente que obtuvo un valor
excelente y es probable que repita la compra e incluso que la recomiende a
terceras personas. Si no cumple con sus expectativas, probablemente no repita
la compra y puede difundir mensajes negativos acerca del producto.
El proceso de decisión de compra responde a determinadas
fórmulas de venta, de entre las cuales destaca la fórmula AIDA: Atención (presentar
el producto de forma atractiva para captar la atención); Interés (despertar el
interés por el producto en el lineal; Deseo (despertar expectativas y deseo);
Acción (proceder a la decisión y la compra).
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